Wednesday, January 30, 2013

Cuento cortísimo

Dos caballeros se encuentran sentados al aire libre en la terraza de un café. El primero, el del bigote, saca cigarrillo y encendedor, para entretenerse mientras llega su café. El otro, el del sombrero, le dice:
-Muy buenas tardes compañero! Considera mucha molestia prestarme su encendedor?
-De ninguna manera, aquí tiene. Hace un lindo día, no?
-Sí sí, muy lindo día. Muchas gracias, tome.
-A sus órdenes. Espera a alguien?
-No podría decirle que sí. Es cierto que tenía una cita, a esta hora, en este lugar. Sin embargo, no resultaron mis planes. He dedicido venir para aprovechar la nostalgia.
-Cierto, lo comprendo absolutamente. Sentimiento subestimado ese, la nostalgia.
-Ciertamente. Por cierto, mi nombre es Paco, mucho gusto, y soy mentiroso compulsivo.
-Mucho gusto Paco. Mi nombre es Juan. Y como es eso de mentiroso compulsivo?
-Muy sencillo mi amigo. No le molesta que le llame amigo, cierto? Resulta que a esta conclusión no he llegado solo, pero parece tener respaldo popular. Y luego de escuchar repetidamente alguna cosa, pues hasta uno mismo comienza a creerla.
-Y será tan solo opinión popular amigo? En materia de opiniones, hay tantas que lograr algún nivel de consenso necesariamente merece atención.
-Comprendo lo que dice. Es posible que en ocasiones la verdad no me resulta tan atractiva. Es que es problemática a veces, me comprende?
-Ciertamente.
-Y, además, no veo la necesidad de compartir todas mis verdades. Tengo mis propios secretos, mi repertoire, digamos, de verdades. Es solo que algunas veces mi verdad no es la verdad ajena, y por alguna razón mis intentos de proteger mis verdades, muchas veces para evitar problemas, usted sabe, mis razones puramente sacrificadas en favor del bienestar ajeno, son mal recibidas y tengo que aguantarme plantones como el de hoy. Es difícil vivir en sacrificio, Juan, amigo, es difícil tener que protegerme a mí mismo y al otro.
-Ciertamente, ciertamente.
-Usted si me comprende, Juan. Desearía que todos mis allegados fuesen como usted.
-No estoy tan seguro de eso, Paco. Debo admitir que mis motivos no son siempre solidarios, así como usted, por eso lo comprendo. Esto, naturalmente, no cuaja bien en cierto tipo de interacciones.
-A qué se refiere?
-Pues a que prefiero siempre sentirme bien. Por ejemplo, cómo alguien podría ser miserable en un día tan hermoso como este? He leído por ahí que eso está relacionado con la vitamina D.
-Definitivamente, tiene razón mi querido amigo.
-Hay cosas por la que sencillamente no vale la pena arruinarse el día. Los ánimos grises los dejo para los días grises. Aunque no lluviosos. La lluvia es para la nostalgia.
-Llamaría a eso positivismo, o negación?
-Me es indiferente.

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